¿Cuánto de nosotros
no nos hemos acostado en el suelo una noche estrellada para admirar las pocas o
nulas estrellas que se pueden observar desde la ciudad? ¿Y cuántos de nosotros
no nos hemos puesto a pensar que era lo que se tomaban los astrónomos para ver
las figuras de un toro, un cisnes o de personas en el cielo si nosotros apenas
diferenciamos unas cuantas estrellas de otras?
Si analizamos bien en
realidad tenemos razón, ya nos decía Carl Sagan en su libro Cosmos las
constelaciones son en realidad grupo de estrellas que no tienen relación entre
ellas, sino los grupos de humanos son quienes la han relacionado entre sí, por
lo tanto es comprensible que cada vez que intentemos verlas no lo logremos.
Por lo tanto hay que
preguntarnos: ¿de dónde provienen estas formas que se utilizan en la
actualidad?
La palabra constelación nos dice Arturo Moreno en su libro Historia de las constelaciones procede de la voz constelado y esta de la locución latina cum stellatus, participio pasado de cum stellare l, es decir se traduce como "con estrellas". Aunque el término proviene del latín las figuras y los nombres de la mayoría de las constelaciones son de origen griego quienes veían en el cielo a dioses, héroes o animales que se relacionaban con su mitología y que fueron recopiladas por el astrónomo alejandrino ptolemaico almagesto quien, con su obra las transmitió a los romanos quienes se las heredaron a los españoles y por consiguiente fueron quienes la trajeron a América.
tomas sacadas del programa Stellarium |
Al igual existen
otras constelaciones que no tienen que ver con héroes mitológicos o con las tradiciones griega y
romana sino, tienen nombres más contemporáneo como son brújula, cruz del sur,
compás, etcétera. Esto se debe a que fueron nombradas y dibujadas durante el
siglo XVII por un cosmólogo de nombre
Nicholas Lacaille quien decidió hacer una expedición al hemisferio sur para
observar las estrellas que se veían desde ahí y las cuales nunca habían sido
estudiadas. Por lo tanto al ser un científico fue que decidió nombrarlas como
los aparatos que él utilizaba.
Esto nos hace
reflexionar que no hay que desesperarse o sentirse mal si uno no logra ver las
formas que se supone debemos de ver o si uno en vez de ver un toro ve un pato
puesto que, hay que recordar que las constelaciones al igual que otros ámbitos
de las sociedades responden al contexto histórico y social en que se
construyeron.
Referencias:
Sagan, C. (1982). Cosmos, New York, USA: Ed. Planeta.
Martos Rubio, A. (1992). Historia de las constelaciones: un
ensayo sobre su origen, Madrid, España: Equipo Sinus.
Lacailles, N. (1764). Coelum australe stelliferum, París,
Francia: Editada por Maraldi.